sábado, 25 de febrero de 2012

XVI Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash - Las sombras se Marca

Dr. Arnulfo Moreno Ravelo
Abogado, Escritor y Poeta.

Fue a medio día de aquel día viernes 26 de setiembre del año 2008, que llegaros las delegaciones de Lima, de Sierra Callejón de Huaylas, Conchucos-Huari, y costa- Santa al incomparable distrito de Marca, Provincia de Recuay Departamento de Ancash, se trataba de la realización del XVI Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash, auspiciado por la Municipalidad Distrital de Marca y la Asociación de Escritores y Poetas de Ancash (AEPA), la recepción fue en la entrada del pueblo por las autoridades políticas, educacionales, instituciones sociales, artísticas y alumnado del Colegio Nacional de San Lorenzo del distrito, nos recibieron con Banda Musical y con el dulce gesto de abierto cariño de todo el pueblo de Marca.
Los tres días transcurrieron de acuerdo a un programa oficial previamente estructurado para las delegaciones participantes, entre ellos se realizó un ritual que nunca antes había presenciado fue la “Ofrenda a la Tierra”, consistía en una ceremonia ancestral andina realizado por el Prof. Solio Requena Mena de la Academia Regional de Quechua de Ancash, efectuado a la 7.00 a.m. del día sábado 27, en el Estadio Municipal del pueblo, fue una experiencia espectacular.
El encuentro se realizó perfectamente con las conferencias, ponencias, recitales e inauguración de la muestra pictórica del pintor Quispejo y otros prestigiosos artistas plásticos del Perú. La obra teatral presentado por alumnos de primaria y secundaria, de su autor Prof. Áureo Sotelo fue de excelente significado. Los habitantes del pueblo respondieron perfectamente demostrando su arte o cultura culinaria lo más característico del lugar. Pero como todo comienzo de un acto notable siempre tiene un final, fue entonces que el día domingo 28 de septiembre, ya por la tarde, teníamos que despedirnos de esta maravillosa ciudad del recuerdo.
La tarde sostenida entre los cerros del lugar, “Chopicalle” (calle del centro) anunciaba la entristecida despedida de los visitantes, eran las 3.30 de la tarde, el cielo redibujado en su contenido por las blanquecinas nubes desplazadas por las profundidades del universo azul, yo preocupado y distraído por las maravillas del lugar, fui hacia mi alojamiento proporcionada por
nuestra amiga Luisa Soto cariñosamente llamada “Coshona” la solterona más codiciada de Marca, con su ayuda buscamos la salida del pueblo, las delegaciones ya habían partido con dirección a sus destinos, era el único y el último en despedirme de esta incomparable ciudad andina.
La ciudad parecía achicarse en sus extremos para facilitar la senda, los vientos, los árboles, las flores de las veredas y jardines, todos guiaban el comienzo de la partida, el valle derramaba su alegría de miel dorada indicador del polvoriento camino, el río se profundizaba en su invariable cause como una madeja de plata extendida sobre las redondas piedras antiguas de la zona, la fertilidad de la tierra se pintaba de un verdoso productor del sustento, “Rosaspampa” pintoresca se diseñaba con su única casa de teja antigua abandonada, mientras el último visitante portando su equipaje se abría decidido al soleado tiempo atardecido, caminando el arcilloso sentimiento colorido de una inolvidable tierra andina.
En tanto que, el valle parcialmente se ampliaba en sus alejadas sombras, los rayos solares débilmente comenzaban a retrocederse hacia los contrafuertes del cerro ”Sháncur”, majestuoso “apu” tutelar de Marca, por donde atraviesan los estrechos caminos con destinos a “Auquishpampa” y a “Paracmarca”, ahora se quedaba a mucha distancia, los extramuros del pueblo ya no se veía su brilloso nacarado de sus peñas por la redondez misma de la Tierra, mis pasos ya sentían las asperezas de la carretera afirmada, pasando sosegadamente “Higosruri” (rincón de higos), luego “Muñajirca” (cerro de muña), “Huacrakaka” (cuerno de roca), me parecía escuchar canta a la “Marquinita” en su hermosa casa de campo, pesadamente hice deslizar la mirada hacia el fondo ensombrecido del valle y observaba lejanamente el reflejo casi apagándose del lustre de plata de las aguas bulliciosas del río Marca, continuaba mis pasos lentos devorando el caminar las curvas de la extensa vertiente, que en un sonrojado de púrpura sierra se plasmaba en lo más hondo de mi estrecho corazón.
Casi cansado continuaba el polvoriento trajinar, recordando las canciones de la noche anterior que con un estilo muy personal la entonaba Doris Gamarra Gómez, que habían sido compuestas por su hermano Próspero como “La Flor de Llima Llima”, “Caminito”, “Azucenita” entre otras canciones que hacían renacer los ánimos del extraviado visitante con tanta melodía de un pueblo netamente andino. Pero al lado izquierdo me acompañaba la compleja amplitud del penetrante valle de Marca, entre tanto que a la derecha se divisaba cuesta arriba el cerro “Huacrakaka” (Huacra=cacho y kaka=roca), con su vegetación característica de hondable sierra; pero también por encima se ampliaba el extenso manto ropaje del oscurecer, mientras la otra parte de la lomada poco a poco se iba en bajada, llevada por los vientos hacia el comienzo de la vertiente, mis vistas enloquecidas de polvo se desplazaban por todos los entrados peñascos y cerros adyacentes que juntos caminábamos a un mismo destino.
Ya las sombras sumergidas en la tarde habían devorado al pueblo de Marca y desde el fondo de los cerros escuchaba la canción “Río de Marca”, pero sus enervantes melodías casi ya llegaban oscurecidas de lo cristalino, no sentía el peso que llevaba en mis hombros, el amor recibido del pueblo me daba aliento suficiente y valentía varonil necesaria para continuar, venían a tropezones a mi mente las aurorales figuras de sus hermosísimas “Pallas” representativas de la más pura expresión de la belleza de la mujer marquina, de sus simpáticas mujeres con sus coloridos de sus vestimentas y las flores que adornan sus sombreros ¡Oh! ¡Qué belleza!, ¡Qué hermosura!. Todavía conservan su tradicional identidad cultural que personifica a este incontrastable pueblo de ésta parte geográfica de Ancash.
Mi objetivo era lograr dar el alcanzar a mis compañeros, pero la abismal oscuridad ya lo sentía cercanamente tocarme, las pisadas de mis pasos se anudaban en sus mismas huellas con las sombras traídas por el tiempo, la tarde irremediablemente se derribaba por tierra y las sombras en alto por los cerros se ampliaban a todas partes, las profundizadas peñas dejaban de brillar sus encantos naturales, eran ya los comienzos de la inevitable noche. Al frente quedaban distante los huertos de melocotones de “Huancahuasi” y del anexo de “Churap”, más allá el fundo de “Colca” (guardar), ya se había quedado muy lejos sumergido entre las sombras el cerro “Quillacuta” (Quilla=luna, cuta=rincón), todo éste paisaje natural en su conjunto significaba el rincón de la luna de piedra. Pero penosamente el valle en su totalidad se cubría del vasto negrísimo tinte del oscurecer, el río bullicioso se deslizaba sin ser visto ni escuchado entre las vetustas piedras de las riberas, una y otra vez se veía prender y apagar las luces a la distancia, las voces de los moradores débilmente se escuchaban por el roce del viento, los caminos ya no se diseñaban en las lejanas lomadas, tampoco se apreciaban sus dibujadas quebradas, el polvoriento camino de tantas curvas parecían nunca terminar en la oscuridad distante.
La esperanza seguía pendiente cogida de los cielos de mi alma, ya mi esfuerzo por agotarse había pasado muchos lugares entre ellos ”Picunzanja” (zanja profunda), el “Anca”, el “Arenal” y otros lugares más, transcurrían por mi mente las calles, los puentes, las plazas de armas del pueblo, la ubicación estratégica del paso obligatorio de emisarios españoles, la grafía de su nombre Marca como única en la historia, su gente amable y acogedora, las figuras hermosas de la
mujer marquina de sombrero blanco con flores de diferentes colores, monillo de color azul, rojo o amarillo, todo ese paisaje cultural de pronto se pintaba en el lugar con el color abanicado de las vueludas faldas, me hacían sobrepasar por sus actividades agrícolas, de alfalfares, de pastoreo de ganados, de sus siembras, de sus quehaceres cotidianos artesanales y otras tantas del desarrollo comunal de este grandioso distrito de Marca, pero no había cuando terminar mi divertida caminata en busca del objetivo deseado, pero seguía adelante.
La noche comenzaba a desgranarse como mazorcas de maíz resecada, los vientos entrecruzaban el valle haciendo advertir su friolento roce, el camino ya no era posible detectarse los pasos se daban a tientas en si mismas era necesario una luz, pero ha esa altura y circunstancia
del lugar era difícil conseguir, la esperanza se posibilitaba a cortarse en dos alternativas, esperar el apoyo de alguien que ocasionalmente transitara el mismo trayecto o seguir en bajada hacia el valle, porque la negrura de la noche se hacía más dura al insondable oscuridad, como una verde fruta difícil saborear, pero al fin una pequeña luz a poca distancia alertaba la cercanía del lugar denominado “Chucchus” (tembladera), antiguamente en este sitio sufrían la enfermedad del paludismo que hacía temblar el organismo, pero por el transcurrir del tiempo se ha convertido en un lugar de espera, aquí al parecer el valle se acorta para dar acceso a la vía que conduce o que viene de Marca, es el punto de orientación hacia la vía principal que viene de Huaraz hacia Pativilca y Barranca.
En esos instantes la esperanza se había ensanchado de cielo oscuro como el mismo valle del río “Fortaleza”, generada por los oscurecidos lechos confluentes de los ríos de “Huambo” y “Marca”, prosiguiendo el lóbrego anochecer con la recepción de los afluentes “Huayllapampa”, “Chasquitambo” y otros que en la oscuridad ya se habían consumido entre los aspectos del conocimiento y de la incertidumbre.
La aventura fue una placentera y oportuna experiencia, la caminata una satisfacción corporal de felicidad, la sombra de la noche una hermosa diversión de meditación, espectar los secretos de la naturaleza en la noche es gozar del encanto de la otra parte del mundo, el conjunto de la tierra con el cielo es escribir un inolvidable recuerdo, ¡Qué hermosura es el pueblo de Marca!, ¡En el día o en la noche es un solo mundo de alegría!, ¡Qué perfecta ubicación del paisaje natural! Sólo me queda decirte ¡Adiós! Pueblo de Marca, ¡Cuánto quisiera otra vez regresar!,....pero te digo sinceramente, que te llevo por siempre como un recuerdo en lo más profundo del alma.
Marca, Recuay, domingo 28 de Setiembre del año 2008.

No hay comentarios: