Fue
Galeano, el formidable uruguayo, que con su pluma rescató de las sombras a José
Manuel Castañón, un español que de joven fue un implacable y terrible miliciano
falangista, un capitán que perseguía a revolucionarios, conspiradores y a
cualquier sospechoso de pretender subvertir el orden franquista, no tenía
descanso en ese afán… hasta que un día, se enteró que un inmigrante, un
personaje tenebroso habitaba un viejo cuartucho en el que seguramente se
conspiraba y guardaban armas e información revolucionaria. Allá fue el curtido
capitán Castañón. Se acercó con cuidado, luego con fuerza rotunda destrozó la
puerta y de pronto, se vio ante un austero, pobre y vacío rincón, apenas
algunos objetos…unos libros y varios manuscritos. Allí estaban los diabólicos
objetos, las pruebas del delito… encendió una vela, se puso a leer.
Amaneció
el día y el crudelísimo represor capitán Castañón, seguía leyendo, fascinado, cada
vez más, los ajados manuscritos. Fue a apresar a un criminal y… ahora, se
convenció, estaba atrapado, cautivado por los versos del poeta Vallejo… nombre
que vio escrito en una de las portadas de los viejos cuadernos.
Después
de aquella experiencia, Castañón fue otro. Dejó la militancia franquista y se
hizo, junto a otro escritor, Julio Vélez, un apasionado y esmerado difusor de
la obra poética de César Abraham Vallejo Mendoza. Durante largos años, con
abnegado afán promovía exposiciones, recitales, charlas, conferencias, eventos
diversos sobre el poeta que lo había convertido en una sola noche.
Algo
de todo esto tiene la labor de Barrón. A él, es fácil encontrarlo en los
lugares más inhóspitos y extraños de la sierra y costa norte del país. Reúne a
los escritores y poetas de la región Ancash, en diversas actividades. En todas,
los literatos discuten sus problemas, planifican otros eventos, presentan sus
obras, cultivan con fruición la amistad y el debate, evalúan sus propuestas y
después publican, con rigurosa frecuencia.
En
los conclaves organizados por Danilo Barrón, es fácil ubicar a los grandes
literatos del país y de la región Ancash, y también están los menos conocidos y
los que recién empiezan. Abundan las mujeres y los jóvenes, no se olvidan de los
viejos, de los capitalinos y de otros provincianos. Nada impide la presencia de
los novatos, tampoco de los de izquierda y de derecha, de los de arriba y de
los de abajo. Todos en democrática convergencia estética, austera y amistosa,
porque todo se hace con los propios recursos del poeta y del escritor, pero con
la abundante amistad y entusiasmo de todos.
Danilo
Barrón es joven y escribe, es catedrático en diversas universidades, es un
literato empedernido, tiene esposa e hijos y todavía le queda suficiente,
fuerza y capacidad para acometer su empresa literaria, que no es otro que
construir un foro itinerante de las letras, en la que participen ecuménicamente
los hombres y mujeres del arte de escribir de una parte del país y de las
otras, un espacio público para el intercambio y la expresión estética y ¿Por
qué no?.. de algo más. Lo hace por convicción y la necesidad de animar las
artes. No lo hace por dinero y le impele, a él y a sus amigos, armar la movida
literaria allí donde sea posible, por eso la ubicuidad de Barrón y sus amigos,
que sin duda, son poderosos aliados de espíritu sensible y creador del peruano
de nuestros días, que se yerguen buscando una victoria sobre el consumismo, la
fuerza de los medios, del mercado y de las ferias de posturas e imposturas.
Barrón,
sin duda, no es Castañón ni Julio Vélez, es mucho más, porque no difunde la
obra de uno; sino de muchos que de otra manera no tendrían esta maravillosa
oportunidad de compartir como lo hacen en tantos lugares, incluso, en pueblos
sin luz, pero que ellos iluminan con sus presencias, pues constituyen la única
avanzada cultural generosa, en un país que necesita del arte, de la literatura,
de la cultura.
A
pesar de todas las tribulaciones y desventuras que significa el emprendimiento
estético literario, del ejemplar ancashino que es Elmer Danilo Barrón Pastor,
no es tan solitaria su tarea como podría imaginar alguien que conoce a fondo el
Perú. Increíblemente los congresos y encuentros, los festivales y recitales del
arte del buen decir y de la creación organizados, encuentran el apoyo diverso e
insuficiente. Efectivamente, a veces concejales y alcaldes actúan como
anfitriones y mecenas, en otras son instituciones económicas, culturales o
políticas, las que contribuyen con modestos recursos, pero también – y por lo
general- los ciudadanos con pequeños negocios son lo que auxilian a Barrón
Pastor y sus amigos. La sencilla colaboración que recibe de diferentes actores
sociales, no cambian la austeridad y las limitaciones de los eventos, pero lo que
si hacen es demostrar que en nuestro país, hay un hambre de cultura y Barrón,
indudablemente, convoca el apoyo del pueblo a sus literatos.
Encontrar
a Danilo Barrón Pastor, en cualquier camino del Perú, especialmente en los
caminos del norte, es de algún modo, ser atrapado por el amor y el trabajo que
profesa y dedica a la literatura, a la literatura que hace y a la de los
pueblos que él rescata y anima.
Jesús María, 23 de septiembre de 2011.